Durante la década de los años 60, el constructor norteamericano Chaparral se convirtió en uno de los más innovadores y técnicamente avanzados de todo el panorama mundial en la categoría de prototipos. Su creador, el ingeniero, piloto y constructor tejano Jim Hall, llegó a ser una de las figuras clave del automovilismo de competición ya no sólo de su época, sino que su influencia en el desarrollo de coches de carreras, muy especialmente en el terreno de la aerodinámica, fue enorme a lo largo de las siguientes décadas.

 
Sus creaciones, prototipos deportivos muy sofisticados y originales, no acumularon el palmarés que merecía su elevado potencial a causa de numerosos problemas de desarrollo y fiabilidad. Esto es algo lógico si tenemos en cuenta que Chaparral era un constructor prácticamente artesanal que, pese a recibir el apoyo encubierto de la marca Chevrolet, de ningún modo podía competir en recursos técnicos, humanos y sobre todo, económicos, con las grandes marcas involucradas en el mundo de la competición en aquellos años, como Ford, Porsche o Ferrari. Su fama siempre ha sido superior en los EE UU, ya que, además de ser su país de origen, fue allí donde Chaparral centró casi en exclusiva su actividad deportiva, primero en el USRRC, después en la legendaria serie Can-Am, y finalmente con monoplazas para el campeonato USAC (la posterior Fórmula CART o Indy) y las 500 Millas de Indianápolis.

 
Sin embargo, fue su fugaz aparición en Europa, al intentar el asalto al campeonato mundial de sport-prototipos de la FIA  entre 1966 y 1967, lo que les convirtió en coches verdaderamente míticos. En ello influyó sin duda su gran poderío, su avanzada técnica o la espectacularidad y belleza de sus diseños. Pero sin duda, otro elemento que ha contribuido a alimentar el mito de los Chaparral ha sido el aura de misterio que siempre les ha rodeado, por ejemplo, hoy día aún existen varios aspectos de estos coches que siguen sin ser conocidos con total certeza. Así, el funcionamiento de sus sofisticadas transmisiones automáticas continúa sin conocerse en todos sus detalles, al igual que hasta dónde llegó exactamente el grado de colaboración entre General Motors (propietaria de Chevrolet) y Chaparral. Del mismo modo, en la actualidad se conservan muy pocos ejemplares de Chaparral en su garaje museo de Midland (Texas), ya que también fueron muy pocas las unidades construidas. El origen de algunos de sus chasis continúa sin aclararse en la actualidad, ya que tampoco se conservan casi planos o esquemas originales detallados de sus diseños.